Cervantes para cabras, Marx para ovejas



En un pueblo de Córdoba vive Mateo, un pastor de cabras y ovejas que se ve sumido en una depresión porque no le ve demasiado sentido a su vida. Se encierra en su casa y se olvida de las cabras, las ovejas, de su novia y hasta de su madre.

Pero cuando muere el antiguo maestro del pueblo y Lázaro, el nuevo maestro, se entera por la madre de Mateo de la afección de éste, piensa que quizás pueda ayudarle a través de la lectura y le deja El Quijote en su habitación y a ver qué pasa.

Y así es como Mateo recupera las ganas de vivir, después de descubrir el placer de la lectura gracias a El Quijote y se lanza a contagiar su pasión por la lectura a los demás vecinos y vecinas del pueblo, a las cabras, a las ovejas y, de paso, a intentar recuperar a Conchita, la que era su novia. Porque Mateo está convencido de que a través de la lectura y el conocimiento, el mundo, empezando por su pueblo, puede ser un lugar mejor.

He reído a carcajadas y llorado con este libro. Y, sobre todo, me he pasado la mayor parte del tiempo sonriendo mientras lo leía.
Llevaba un par de años en mi pila de lectura. Es, de hecho, el último libro que me compré en una tienda física antes de que nos encerraran por la pandemia. Y lo llevaba retrasando porque sabía que me iba a dejar luego este vacío que sólo dejan las lecturas preciosas. Y esta tristeza de saber que mi madre y su hermano no van a leerlo para poder comentarlo con mi padre y conmigo. Porque ciertas lecturas son tan buenas, que duele demasiado cuando ya no están algunas de las personas que más quieres para poder comentarlas con ellas y sabes que les hubiera encantado.

La historia sucede en la época de la segunda república española, los años antes en que todo se fuera a tomar por saco con el golpe de estado, así que también se respira ese ambiente que me recuerda mucho a la película de "Las bicicletas son para el verano", justo antes del fin de todo lo bueno.


Autor - Pablo Santiago Chiquero Editorial: Maclein y Parker






















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